domingo, 23 de noviembre de 2008

Esta mañana me he levantado necesitandote. Necesitandote más que nunca había necesitado a nadie,y por supuesto, a nada. Necesitandote más que el viento de cara por las mañanas y el chocolate en las noches de invierno; probablemente necesitándote más que los paseos de los lunes y los primeros acordes de wonderwall. Lo que más me asusta no es necesitarte, ni que no me preocupe necesitarte de esta manera frenética. Lo que más me asusta es que no sé quien eres. No sé si vas a llegar alguna vez en esta corta e invisible existencia mía a la que los más afortunados llaman vida. Eso sí me preocupa porque hace ya tiempo que deberías estar aquí, oliéndome el pelo, como entonces y diciendome que aquí no pasa nada. Haciéndome ver que el mundo tiene solución y pintando de colores todos mis caminos. Como entonces.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Se me acabaron las ganas de querer poner mi mundo orbitando a tu alrededor. Intenté serlo todo para ti, siendo nada para los demás. Me equivoqué mil veces, dando palos de ciego al borde de un precipicio. Porque eso fuiste tú, una calle sin salida, un despeñadero donde me gustaba jugar a imaginar, donde se cayeron un día mi ilusión, mi esperanza y mis sueños, bien cogidos de la mano.
No pretendas que todo, ni un poco, ni lo más mínimo sea como antes. No esperes encontrar ni mis ganas de verte, ni de recordar a qué olían tus abrazos, a qué sabían tus besos, a qué sonaba mi risa cuando te miraba.

Ya he perdido demasiado tiempo intentando comprender toda la mierda que dejé que lloviese sobre mí sólo porque tú llegaste un día y me la pintaste de colores.